México (PL) Nate pasó como tormenta tropical cerca del estado de Quintana Roo, pero no tocó tierra de México, un alivio cuando el suelo de este país tembló con fuerza en septiembre y sigue repicando, sobre todo en Oaxaca, al suroeste.
Y es que los embates de la naturaleza pusieron a prueba a este pueblo y sus autoridades en el noveno mes del año, cuando sismos y huracanes provocaron más de 400 muertos y daños materiales a más de 190 mil inmuebles.
En los primeros días de septiembre la tormenta Lidia azotó el estado de Baja California, al noroeste, cual antesala de lo que deparaba la madre naturaleza.
El 7 de septiembre ocurrió el sismo de mayor magnitud (8,2) que tienen en cuenta los registros del país. Fue en el sur y se ensañó sobre todo con los estados de Oaxaca y Chiapas, de los más pobres.
Doce días después la jornada iniciaba temprano con el homenaje que rindió el presidente Enrique Peña Nieto, desde la Plaza de la Constitución en el Zócalo capitalino, a los varios miles de fallecidos en el terremoto de igual fecha, pero en 1985, que desplomó a cientos de edificios en la capital.
A las 11 de la mañana, como es usual en la efeméride, las sirenas del sistema de alerta sísmica sonaron en la Ciudad de México y muchos ciudadanos siguieron el protocolo establecido.
Ordenadamente fueron evacuados escuelas, oficinas, edificios multifamiliares, entre otros. Nadie imaginaba lo peor.
A las 13:14, hora del centro de México, la tierra tembló, pero las sirenas esta vez no se hicieron escuchar. Un movimiento telúrico, magnitud 7,1, y con epicentro entre Morelos y Puebla (a 120 kilómetros de aquí) fue la antesala de la tragedia de la cual hoy intenta recuperarse esta nación.
La poca profundidad del epicentro, y su cercanía a la capital impidieron que el sistema antisísmico pudiera alertar a los millones de habitantes de la Ciudad de México.
La población fue la primera en movilizarse en torno a las decenas de edificios de viviendas, oficinas y fábricas, entre otros, que se vinieron abajo. Otros caerían después, cuando algunos creían que lo peor había pasado.
El doctor Jhonatan Vallejo, con estudios en Cuba, dijo a Prensa Latina que acudió presto a un derrumbe ocurrido cerca de su casa, en la calle Medellín de esta urbe.
La gente del barrio y transeúntes nos unimos para sacar a personas con vida, también cadáveres. Luego llegaron las ambulancias y regresé al Hospital General de México, donde laboro, y hasta en los pasillos atendimos a cientos de personas, relató.
Aunque la Ciudad de México fue la más afectada, también hubo daños graves en Morelos, Puebla, Oaxaca, Guerrero y el Estado de México.
Un bautizo en una iglesia morelense devino entierro cuando todos los feligreses sucumbieron bajo el peso de la cúpula del templo, que se vino abajo. Solo se salvó el sacerdote y las imágenes religiosas permanecieron incólumes. Las iglesias están entre las edificaciones más dañadas, pero sobre todo el fondo habitacional, cuando hay miles de familias que lo perdieron todo.
Suman alrededor de 10 mil las escuelas afectadas, de las cuales 400 tendrán que ser reconstruidas totalmente.
El colegio Enrique Repsamen resultó uno de los iconos del desastre: 19 escolares muertos y seis adultos, entre ellos maestras y madres de los estudiantes.
También el edificio de seis plantas que se ubicaba en la avenida Álvaro Obregón con el número 286, en la colonia Roma de la capital. Por allí pasaron muchas de las brigadas internacionales de rescate, de las cuales fue la salvadoreña la primera en llegar a territorio mexicano.
El operativo en ese lugar resultó la muestra de la decisión gubernamental de mantener los esfuerzos mientras permanezcan personas bajo las montañas de escombros.
El 4 de octubre culminó la recuperación del último de los 49 cuerpos: 19 mujeres y 30 hombres. Cerca de una treintena de personas salieron con vida de las ruinas de ese inmueble que albergaba oficinas.
Con ello se cerró la etapa de búsqueda y rescate en la capital, donde fallecieron casi 230 personas por el movimiento telúrico del 19 de septiembre.
Pero inicia la fase de reconstrucción, tanto en esta megaurbe y otros estados como Oaxaca, donde hay localidades donde sus habitantes siguen durmiendo en las calles porque la tierra no cesa de temblar.
Allí una brigada médica cubana se sumó al esfuerzo de las autoridades estatales y federales para asistir a los damnificados.
La isla del Caribe, que se recupera de los fuertes estragos del huracán Irma, envió a profesionales de la salud fogueados en desastres naturales.
Son 40 especialistas en medicina general, cirugía, neurocirugía, pediatría, ginecobstetricia, ortopedia y traumatología, imagenología, rehabilitación física, laboratorio clínico, psiquiatría y psicología, entre otros servicios.
Los caribeños instalaron un hospital de campaña en Ixtepec, que funciona las 24 horas del día y tiene equipamiento médico, medicamentos y otros insumos.
El doctor Rolando Piloto, con experiencia en iguales misiones en Tabasco, México (fuertes inundaciones en 2007), terremoto de Haití en 2010; y Perú, marzo de este año, debido a las inundaciones por el fenómeno conocido como el Niño Costero, encabeza la brigada cubana.
Tal equipo forma parte del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias «Henry Reeve», fundado por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, en 2005.
Henry Reeve fue un neoyorquino que ganó sus grados de alto oficial en la campiña cubana frente al colonialismo español, en el siglo XIX. El contingente médico que lleva su nombre se ha desempeñado en 27 ocasiones, en 19 países.
La ayuda cubana se sumó a la de otros muchos países, lo cual fue reconocido por el gobierno mexicano y su presidente, Enrique Peña Nieto, quien se comunicó telefónicamente con varios de los mandatarios de naciones que acudieron al socorro solicitado ante las Naciones Unidas.
Los daños no solo son materiales. Por los sismos alrededor del 15 por ciento de las reservaciones turísticas se cancelaron.
El turismo resulta una de las principales fuentes de ingresos en divisas de la economía mexicana. Ello provocó que Peña Nieto asegurara que los principales destinos operan con normalidad, aunque reconoció que al menos mil 500 inmuebles del patrimonio cultural deberán ser reparados a lo inmediato.
La política no escapa a las secuelas de los movimientos telúricos. El jefe de gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, entre los probables candidatos a la presidencia de la República para los comicios del año próximo, prometió que ese objetivo queda postergado ante la reconstrucción que se avecina.
En el gabinete gubernamental otros potenciales abanderados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), entre ellos los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, y de Finanzas, José Antonio Meade, tienen mucho por hacer.
Por su parte el presidente Peña Nieto ha visitado algunas de las localidades más golpeadas y coordinado las tareas que se imponen.
Su imagen, deteriorada en encuestas públicas, remontó, aunque habrá que ver en semanas y meses cómo transcurren las promesas gubernamentales, en particular sobre la transparencia del flujo de recursos para la reconstrucción, en tiempo preelectoral, un tema en el cual el gobernante enfatizó.
En reciente comparecencia en cadena nacional radial y televisiva, el jefe de Estado y Gobierno aseguró que el pueblo mexicano «no se rinde ante la adversidad y está listo para salir adelante».
Mientras tanto suman más de seis mil las réplicas sísmicas, Nate se desvió a última hora en las costas del golfo de México, y el país intenta volver a la normalidad frente a los avatares que le impone la naturaleza.
México se levanta frente a golpes de la naturaleza
Por Orlando Oramas León